Valores nutricionales por cada 100 gramos
El pato es un ave de carne roja, muy nutritiva y sabrosa. El jamón de pato es una buena fuente de proteínas de alta calidad. Sin piel, tiene un valor calórico incluso menor que el pollo.
Una porción de jamón de pato contiene la mitad de la dosis diaria recomendada de ácido nicótico (vitamina B3), hierro y selenio. Además de todo esto, también es una buena fuente de proteína magra. Puede ser bajo en grasas y ácidos grasos saturados. Si se quita la piel de la pechuga de pato, entonces tiene un contenido menor de grasas y ácidos grasos saturados que la pechuga de pollo.
Una porción de 100 gramos de jamón de pechuga de pato sin piel contiene 140 calorías y 11,2 g de grasa.
Por si te estás preguntando ¿el jamón de pato que precio tiene? pues realmente no es muy caro, y todo depende de la cantidad que quieras comprar, pero por ejemplo una pieza de jamón de pato de entre 250 y 350 gramos suele rondar los 15 euros.
Su carne es una buena fuente de proteínas, niacina, fósforo, riboflavina, hierro, zinc, vitamina B-6 y cantidades más pequeñas de tiamina y vitamina B-12, ácido fólico y magnesio. Es relativamente rico en grasas y colesterol, si se consume la piel.
Se recomienda, así mismo, el jamón de pato para fortalecer el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el sistema digestivo. Asegura el desarrollo del organismo, por lo que no debe faltar en la dieta. El índice de grasa da un sabor especial a los platos de cualquier tipo.
Además, existe una gran ventaja del consumo ponderado de carne de pato, y esta viene dada por la grasa de pato. El punto de fusión de la tasa de grasa es de solo 14 grados centígrados, mucho más bajo que la temperatura del cuerpo humano y por esta razón es fácil de eliminar, en comparación con los puntos de fusión de la grasa de res, cerdo y pollo que son 45, 38 y 37 grados centígrados. El bajo punto de fusión de la grasa permite que la carne de pato sea muy deliciosa, incluso cuando se sirve fría.
Por otro lado, el huevo de pato contiene hierro, zinc, potasio, retinol, vitamina K y puede ayudar a las personas con insomnio, problemas digestivos o hipertensión. La desventaja es que el huevo de pato contiene mucho colesterol, por lo que se debe consumir con menos frecuencia y solo bien hervido.
El jamón de pato es conocido por su rico contenido en proteínas y aminoácidos necesarios para el buen funcionamiento del organismo. Es una excelente fuente de zinc y selenio (juntos fortalecen el sistema inmunológico), ácido fólico, magnesio, que apoya las funciones metabólicas del cuerpo y asegura un sistema nervioso saludable, vitaminas (retinol, niacina, ácido ascórbico, tocoferol, tiamina, riboflavina y piridoxina), fósforo y potasio. El pato también contiene más hierro que otros tipos de aves (pollo o pavo). Todos sabemos que el hierro aporta múltiples beneficios a nuestra salud: apoya la circulación en el cerebro, contribuye al buen funcionamiento de los músculos, fortalece el sistema inmunológico, combate la fatiga, trata el insomnio y mantiene el peso corporal ideal.
Los nutricionistas nos aconsejan introducir gradualmente la carne de pato, especialmente la pechuga, en nuestra dieta. La pechuga de pato sin piel es extremadamente baja en grasas y calorías (en 100g de pechuga de pato sin piel hay 140 calorías y 11,2 gramos de grasa), siendo el aliado fiable de las personas que quieren adelgazar de forma saludable.
Desafortunadamente, no muchas personas incluyen carne de pato en su dieta, que en realidad es un poco más difícil de preparar que el pollo o el pavo. Aunque la carne de pato es extremadamente sabrosa, pocos aprecian su sabor fuerte, diferente del sabor de otras variedades de aves.
Cabe señalar que los beneficios de consumir alimentos con alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados se derivan de los datos obtenidos de alimentos de origen vegetal como el aceite de oliva o la mantequilla de maní. Actualmente no hay investigaciones sobre los efectos de los alimentos de origen animal con alto contenido de grasas monoinsaturadas, como los patos. El pato es una carne grasosa; su contenido de grasas es el 50% del valor energético (calorías), de las cuales un tercio son grasas monoinsaturadas y poco más de un tercio son grasas saturadas. Comido con moderación, el jamón de pato encaja muy bien en una dieta saludable que enfatiza la variedad y un mayor consumo de ácidos grasos monoinsaturados.
Salud cardiovascular. La tendencia actual es preferir comer alimentos con alto contenido de grasas monoinsaturadas para prevenir enfermedades cardiovasculares. Una dieta rica en estas grasas mejoraría el perfil lipídico al reducir el colesterol total y los triglicéridos en sangre. En un estudio de hombres sanos con antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, el reemplazo parcial del 13% de ácidos grasos saturados con ácidos grasos monoinsaturados redujo significativamente el colesterol total y el colesterol LDL (colesterol malo).
Cabe señalar que algunos estudios han demostrado que las dietas ricas en ácidos grasos monoinsaturados tienen un efecto beneficioso sobre un perfil de riesgo cardiovascular que es comparable y, a veces, incluso superior a los que se observan típicamente con una dieta significativamente baja en grasas. Además, las dietas ricas en ácidos grasos monoinsaturados pueden ser más fáciles de seguir a largo plazo en comparación con las dietas ricas en grasas, que a menudo se consideran demasiado restrictivas.
Por otra parte, el consumo de grasas monoinsaturadas también afecta otros factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. Se cree que, entre otras cosas, contribuye a la reducción del estrés oxidativo en los lípidos sanguíneos. Un estudio de intervención en adultos jóvenes mostró que las dietas ricas en ácidos grasos monoinsaturados reducen la oxidación del colesterol LDL (colesterol malo). El equipo de investigación también notó un aumento en la resistencia a la oxidación. El consumo de estas grasas también reduce la agregación plaquetaria, que está asociada con el riesgo de trombosis.
Diabetes. Los ácidos grasos monoinsaturados que encontramos en el jamón de pato pueden reducir la resistencia a la insulina, que se asocia con varias enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 o el síndrome metabólico (síndrome X). El estudio de intervención mostró una mejora del 8% en la sensibilidad a la insulina en sujetos sanos que consumían el 37% de su energía en forma de lípidos, más de la mitad de los cuales provenían de grasas monoinsaturadas. Otro estudio en pacientes con diabetes tipo 2 mostró una mejora en la glucosa en sangre en ayunas con una dieta rica en ácidos grasos monoinsaturados. A la luz de estos resultados, sería interesante ver si el consumo de jamón de pato influye positivamente en algunos factores de riesgo de diabetes en comparación con otros tipos de carne.
